Días intensos. Días intensos. Días
eternos y efímeros como una caída, una lluvia o un mar de lágrimas. Días
intensos en mi y en el afuera. Me duele el cuerpo, pero la piel está respirando
historias, transpirando amores. Amar y soltar miedos. Tener miedos y decirlos,
como sea. Tener trabajo, perderlo, volver a conseguir otro. Imaginar un
ahorrito a fin de mes, disfrutar del momento y tomarse unas birras -salgan lo
que salgan-. Andar en bici, en micro, caminar, volver en taxi. Sola, abrazada,
dormida, con tus manos alrededor de mi cuerpo, aguantándome. Apagar el
despertador, salir sin desayunar, tomar mates en la escuela, aprender, darte un
beso antes de salir. Ir al cine, ir a cumpleaños, a fiestas, a muestras. Cenar
sola, saltear el almuerzo comiendo pavadas. Escribir, escribir por placer, para
la facu, para el proyecto, para la revista, responder mails, pagar impuestos,
pagar el alquiler. Comprar la comida del gato, regar las plantas, ver cómo
nacen las flores lentamente. Escuchar música. Darme un baño calentito y
sonreír. Lavarme el maquillaje, hacer caras en el espejo. No creer todas las
imágenes que me devuelven los espejos, sobretodo cuando estoy enojada conmigo
misma. Mandar un mensaje, esperar, cocinar una cena (de verdad o en mi cabeza),
esperar. Soñar mucho y revolver la cama. Soñar los miedos, soñar las alegrías.
Abrir la puerta y encontrarme con un beso, desear, soplar las velitas y no
poder pensar en deseos. Dormir. Ir a fiestas, a ferias, a talleres, a juntadas,
al trabajo, a la verdulería, al chino. Abrazarme en una hamaca, escuchar el
sonido de los árboles. Pedir abrazos, llorar de cansancio de llorar sola.
Cantar en la bici. Despertar. Seguir. Días intensos. Días largos, cortos. Días
intensos.