la palabra como semilla

miércoles, 9 de enero de 2013

México/3



El cruce de la sierra-Zipolite-Puerto Escondido

Salir de Oaxaca hacia la costa Pacifíca se veía sencillo en la dimensión simple de un mapa, pero el cruce de la sierra no era para tomarlo a la ligera. Salimos de la ciudad en un taxi colectivo, hasta San Bartolo Coyotepec y buscamos una sombra junto a la ruta pra "hacer rai" (hacer dedo). No pasaron diez minutos y estabamos en un auto rumbo al otro lado. Mi amiga estaba con dolor de estómago desde la mañana (acostumbrarse a la comida mexicana es todo un arte, sobretodo por el picante en todo todo lo que se come o bebe) y el viaje no ayudo. Las curvas cerradas, una tras otra, marean cualquier estómago. En Miahuatlán tomamos un descanso para almorzar, un paraje en medio de las curvas serranas, repletas de cactus a esa altura, con vista a los valles interminables por detrás. 
De allí comenzamos a subir y subir, el aire se sentía más fresco y con olor a plantas, los árboles reemplazaron a las bajos arbustos y cactus, cada tanto unas casitas al costado del camino, abarrotes, venta de "antojitos", tacos y tlayudas al paso. Mi amiga con náuseas, yo tratando de dormir, el acompañante tomando cervezas en latas sin parar jamás, roncando de a ratos, las curvas que siguieron siempre... el atardecer que nos dejaba ver un horizonte de relieves azulados y la noche que se bajó de repente entre el camino sinuoso... 
La llegada por fin a zipolite. Tratar de encontrar un lugar para armar la carpa con todo repleto en vísperas de año nuevo, descubrir que nunca traje las varillas. Enojos, malestar, cansancio. Finalmente nos ofrecieron carpa prestada en la casa de Douglas, y fue una suerte llegar hasta ahí.

*

 (3 de enero de 2013, dia 9)
Zipolite nos está atrapando como una espiral de olas, tragos, lunas y amistades.
Tiene esa magia que parece repetirse en ciertos lugares: Copacabana (Bolivia), El Bolsón (Argentina), Valizas (Uruguay). Todo puede suceder aquí.
Ayer fuimos a Mazunte, nadamos mucho y el mar me convenció de amarlo por un tiempo.
Dormí escuchando sus olas y sintiendo su vibración debajo de mi cuerpo. 
Más tarde nos encontramos con los vecinos defeños de zipolite y nos fuimos a Punta Cometa, cruzamos un cerrito y vimos el atardecer en una playa casi desierta. Dicen, la punta más salida hacia el Pacífico.
Volvimos por la montaña de noche, sentí la canción de los árboles y los grillos, el camino iluminado por una inmensidad de estrellas.

Los días parecen eternos y el tiempo parece pasar por otra línea, más bien, por una curva.

*

ENOMARADA

(si no fuera porque mi corazón late al otro lado de la tierra, diría que me lo robó el mar)

Me estoy entendiendo con el mar
dejándome revolcar por sus olas
tragando su sal
soltando carcajadas
con la explosión de su espuma.

Me recuesto sobre su piel-piedra infinita
sudorosa, acalorada
siento la vibración que sube y baja
el latido del agua, debajo de mis latidos.

Cabalgo sobre sus olas con más o menos
destreza, sintiendo
cómo penetra la arena
a través de mi cuerpo salado.

Dejo que revuelva mi pelo
y jugamos a hacernos cosquillas
y otra vez me encuentro girando
en su marea, entre la espuma
contra su piel.

ay, si, mar
lo estás logrando
ay, mar, por favor
me estás sacudiendo por dentro.

Por la noche vino hasta mí
con serpientes de plata
y me besó los pies
debo confesar, me ha enamorado.






"Generalmente se conciben los viajes como un desplazamiento en el espacio. No basta. Un viaje se inscribe simultáneamente en el espacio, en el tiempo y en la jerarquía social. Las impresiones sólo son definibles refiriéndolas solidariamente a estos tres ejes, y como el espacio posee él sólo tres dimensiones, se necesitarían por lo menos cinco para hacerse una representación adecuada del viaje. (...) Al mismo tiempo que nos transporta a millares de kilómetros, el viaje hace subir o descender algunos grados en la escala de los estatus. Desplaza, pero también desnaturaliza con respecto al medio normal -para mejor o para peor- y el color y el sabor de los lugares no pueden ser disociados del rango siempre imprevisto donde nos instala para gustarlos"  

(Lévi-Strauss, Tristes Trópicos)

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